lunes, 31 de enero de 2011

CARNAVALES DE ANTAÑO

Transcurrió este episodio entre los años 1935, 1936, según me relató mi mamá ella tenía entre 15 y 16 años.
Eran días de carnaval, el baile se realizaba en el entonces salón del Sr. Ernesto Oldani donde también funcionaba un hotel y un bar, cuya edificación correspondía al actual domicilio del Sr. Juan D. Strada y de su tía pero que en esos años se extendía hasta la esquina, hoy transformada en un patio.
Se organizaba un corso para lo que se engalanaba la actual Avda. de las Américas desde la esquina mencionada hasta la actual esquina Juan de Garay, es decir aproximadamente 100m. Para ello se trabajaba intensamente y se dejaba este lugar muy colorido, tarea a cargo de la familia del Sr. Oldani y de las chicas del pueblo.
Por aquel entonces, don Bruno Rossi, capataz de los empleados que cuidaban las vías del ferrocarril, había adquirido un automóvil que estaba "aprendiendo" a manejar. Sus hijas, junto a mi mamá, Elva Muller y otras entre las que recuerda: Gloria Gatti, las chicas Borruat, Beresvil, Pini, le pidieron a don Bruno que las llevara a pasear en su flamante auto la noche del corso, para lo cual ellas se encargarían de adornarlo muy bien. Don Bruno dudó mucho, pero terminaron convenciéndolo, y más aún cuando el automóvil quedó realmente muy vistoso. Las jóvenes entusiasmadas, se hermosearon con todo lo de color que encontraron. Eran dos o tres los autos que participaban saliendo de la esquina de la actual Avda. de las Américas y calle San Martín llegaban hasta la otra esquina y daban la vuelta, repetían dos o tres veces el trayecto, mientras el público a los costados los ovasionaban.
Todo preparado. Salió don Bruno. muy orgulloso, llevando a las chicas que tiraban flores a los muchachos y saludaban al mejor estilo de reinas. Todo perfecto, pero cuando terminan el primer trayecto y don Bruno quiere doblar para volver da una vuelta demasiado grande, tal vez emocionado por tantas exclamaciones, y queda colgado de la alcantarilla, una rueda arriba y la otra amenazando caer a una cuneta de una apreciable profundidad. Las chicas, muy ágiles, pegaron un salto y se aseguraron tocar tierra firme, pero don Bruno quedó arriba balanceándose, ante los gritos de los presentes. De inmediato lo auxiliaron. Nada grave sucedió, y a pesar de las risas de las jovencitas que festejaban el suceso con mucha alegría, el susto fue grande y don Bruno nunca más las llevó a pasear.

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